miércoles, 9 de enero de 2008

Partiré de aquí a distancias ridículas...


Un día te levantas, ves la hora, ya es tarde, no haz hecho nada pero despiertas cansadísimo, como si hubieses estado en plena actividad durante una semana... así ya sabes que el día partió mal (y lo peor es que no vas a hacer nada por intentar revertirlo).


Transcurren minutos, horas, cambia el día pero estas igual de cansado que hace dos minutos y sabes que estarás igual en dos más. Sacas como excusa que el tiempo no esta como te gusta (¿y cuando lo esta?), que no hay a quien llamar o que simplemente estas ''flojo'' (no lo estas, por que hace años lo eres).

Entonces, ¿qué es aquello que te hace levantarte y mostrar, aunque sea timidamente, temple?...


Si comienzas a indagar es fácil darse cuenta que sin una motivación algunas personas simplemente no funcionan, lo más terrible es que piensas que por ser como eres esa motivación no puede ser algo tuyo cuando en verdad eres tan egoísta que DEBE ser algo tuyo.


Así llegamos a ver como comienzan, como fueron o como serán inclusive los errores, fracasos, angustias y para terminar cayendo, las frustraciones, decepciones (que llegan a ser el mejor plato para disfrazar algo o dejar de confrontar a alguien).


Si un día te levantaste así sabes el viaje ridículo que puede ser ese día, pero más que ridículo puede llegar a ser brutal y completamente masoquista, de vez en cuando te gusta sufrir.


Y terminamos viendo como transcurre el día y solo ves con esperanza que mañana despiertes mejor.

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